Hola chichis!!! Dependiendo de la edad que tengamos, de nuestras circunstancias, o la etapa en la que nos encontramos, vivimos nuestra carta astral de diferentes maneras. Puesto que nuestra carta natal es una representación integrada de
todas las versiones de nosotras mismas, es suficientemente versátil como
para describir de forma precisa la totalidad de nuestro camino de
desarrollo personal.
¿Qué pasa cuando nos quedamos mucho tiempo en un punto emocional, y terminamos sintiéndonos estancadas? ¿Qué pasa cuando tenemos miedo de romper el cordón umbilical a aquello que nos hace sentir seguras, pero que sentimos que no da para mucho más?
Decidir cómo vivirnos
La personita que fuimos con dos años, y la que seremos con 80, conviven y dialogan ahí, en ese gráfico asombroso de nuestra vida que es nuestra carta astral. Por eso, antes que definirnos, nuestra carta astral es un mapa para pensarnos, en el que podemos reconocer y aceptar nuestras tendencias, y a partir de ahí decidir cómo queremos enfocar las cosas.
La
vida es dinámica, y en consecuencia todos los puntos de nuestra carta
son polisémicos, expresándose en forma de diferentes realidades.
El libre albedrío es la parte más importante cuando se trata de entendernos. Porque quién somos en el presente no nos etiqueta de forma definitiva, y la vida siempre está cambiando de acuerdo a cómo queremos enfocar lo que estamos viviendo.
Nuestra vida tampoco es la expresión literal de nuestras decisiones, y la idea de "hacernos a nosotras mismas" negocia espacios, tiempos y oportunidades con nuestro contexto. Pero es cierto que, dentro de lo que estamos viviendo, podemos escoger cómo posicionarnos ante lo que nos viene.
La carta natal es dinámica
No somos una hoja en blanco al llegar a este mundo, pero nuestro camino tampoco está trazado. Y es ese espacio que cada persona tiene para ubicarse lo que hace de nosotras personas creativas, hábiles para habitar la vida en términos propios.
El camino a la madurez es también el camino de ir integrando diferentes experiencias, y desarrollar ante ellas diferentes partes de todo ese universo vivo que nos constituye.
Por ejemplo, es frecuente que las personas nos identifiquemos más con nuestra Luna en la infancia, en situaciones de intimidad, o incluso en la vejez. Mientras que en otras etapas y situaciones podemos identificarnos más con nuestro Sol, nuestro Ascendente, o los planetas dominantes de nuestra carta.
Vivir en nuestra Luna
Dentro de nosotras hay potencial para vivirnos de formas diversas, y adaptarnos así a diferentes circunstancias y situaciones. Pero ¿qué pasa cuando nos quedamos habitando a nuestra Luna, y no desarrollamos más el potencial de otros puntos de nuestra carta? ¿Es eso posible? ¿Por qué ocurre? Curiosamente, estas últimas semanas he tenido bastantes consultas en las que eso estaba presente.
A veces ocurre que, por diversos motivos, renunciamos a otras partes de nosotras para desarrollar al máximo lo que nos propone la Luna de nuestra carta, identificándonos con eso por encima de lo demás.
Si es algo que no nos causa conflicto, estupendo. Pero habitualmente sí causa cierto conflicto, al menos en algún momento de la vida, y es por eso por lo que me he decidido a hablaros del tema.
El precio de quedarnos en el mecanismo lunar
Si tenemos muy cargada la casa 4, el signo de Cáncer, o si tenemos a la Luna en tensión a Marte, Saturno, el Ascendente, el Medio Cielo o el Sol, puede que sintamos en algún momento que desarrollar nuestro propio camino adulto pone en riesgo nuestro sentido de pertenencia, o nuestra necesidad de vínculo emocional. ¿Qué ocurre entonces?
Podemos desarrollar una respuesta defensiva ante nuestra propia necesidad de ser, porque sentimos que ir más allá de la zona de seguridad en la que se desarrollan los vínculos afectivos o las inercias del entorno amenaza aquello que nos nutre emocionalmente.
Si en nuestra vida adulta llega un momento difícil en el que constatamos que ha sido nuestro entorno y nuestro deseo de permanencia en él lo que ha configurado temas importantes de nuestra vida, podemos experimentar el difícil conflicto de necesitar que todo quede como está, mientras simultáneamente deseamos que todo cambie.
¿Qué significa dar el protagonismo a la Luna?
La Luna habla de nuestras raíces, y de aquello que hemos bebido por nuestras raíces. Del legado emocional que nos deja la familia, el lugar de origen, la crianza. La Luna es un planeta cíclico que perpetúa dinámicas emocionales a través de la repetición recurrente. La Luna replica, una y otra vez, atmósferas, inercias y patrones.
Pero también es un punto que habla de lo que necesitamos para sentirnos amadas, para estar seguras, para sentirnos bien. De ahí que salir de ese ciclo lunar puede resultar difícil. Si salgo del patrón lunar, ¿seré amada? ¿Qué pasa si pierdo el vínculo, la raíz, la pertenencia? ¿Qué pasa si al ser yo misma, más allá de aquello que flota en mi entorno, desafío lo que precisamente me da seguridad emocional?
Incluso en la vida adulta, todas las personas buscamos enraizarnos de forma cómoda y segura en aquello que conocemos.
Y eso a veces da lugar a mecanismos que no nos ayudan. El confort, la seguridad y la pertenencia son fundamentales en la vida, y la sensibilidad lunar es maravillosa. Pero, como todo, cuando vamos a los extremos podemos experimentar dificultades.
Autosabotaje lunar
Si bien la carta es un todo integrado, donde la Luna es una pieza importante, siempre que damos el absoluto protagonismo a un arquetipo podemos caer en dinámicas que nos impiden crecer, sorprendernos, y vivir nuestra vida en nuestros propios términos.
De esa forma, precisamente por tratar de preservar lo que emocionalmente nos hace sentir cómodas, cuando damos el protagonismo definitivo a la Luna terminamos por sabotear lo que nos hace sentir vivas.
Ahí surgen la tristeza, la rabia, el miedo, la inseguridad, la sensación de amenaza. La contradicción.
Si me voy a vivir mi vida, ¿traiciono a esas personas que me amaron, nutrieron y sostuvieron? Si voy a vivir lejos de esa calle que me vio crecer, ¿pierdo para siempre mi raíz? Si emprendo sola mi propio camino, ¿renuncio al sostén de ese clan del que siempre he sido parte? Os sorprenderían las anécdotas y ejemplos que podría poneros.
Ser amadas por encima de todo
Empresarias con la Luna en Capri que se esfuerzan por todos los medios en que su madre las acepte, con la lógica de tanto me esfuerzo, tanto merezco ser amada, y que tarde, muy tarde en la vida, descubren que el amor y el afecto no tenía que ver con la apariencia externa de éxito ni con el control.
Personas con la Luna en Leo que se esfuerzan por encarnar los ideales familiares, presionándose constantemente a ser visibles, tratando de proyectar una imagen fuerte que represente y salvaguarde los valores familiares, que se dan cuenta bastante tarde en la vida de que ningún aplauso es más importante que el que nos damos a nosotras mismas al sentirnos realizadas.
Cada persona tiene su propia dosis. La Luna no es para nada un punto patológico, pero si es la que dicta los cauces por los que desarrollamos la vida, se convierte en una pequeña tirana.
Poner a nuestra Luna al mando es como poner a nuestro yo infantil a organizar nuestra vida. ¡Y eso puede resultar un poco caótico!
Incluso cuando aparentemente las personas tenemos una vida adulta marcada por la seguridad en nosotras mismas, muchas decisiones e impresiones que tenemos sobre la vida parten de esa parte emocional, irracional, íntima, de necesitar complacer lo que nos viene de fuera para ser amadas.
Amor y pertenencia: no a cualquier precio
Nuestra carta astral está compuesta de muchas voces: cada planeta tiene la suya. Y lo ideal sería hacer de nuestra carta astral una pequeña democracia, en la que todas las dimensiones de la vida son atendidas y escuchadas con respeto.
Cuando renunciamos a desarrollar una parte de la carta, y damos el mando a la Luna, terminamos por sentir rabia, desamparo, frustración. Porque el precio que pagamos por renovar una y otra vez el mismo ciclo lunar es muy alto.
Ser parte, ser amada, no puede ser a cualquier precio. Pero es cierto que se trata de una fuerza poderosa.
En cada carta astral hay soluciones, pero a rasgos generales, podríamos decir que si nos encontramos sumidas en nuestro mundo lunar, trabajar otras zonas de la carta es importante para recuperar la confianza y enraizarnos en nosotras mismas.
çEso nos ayuda a romper con dependencias y miedos, y transitar nuestra propia vida más allá de nuestras raíces, descubriendo que en realidad no necesitamos renunciar a nada para sentirnos amadas, cuidadas y nutridas, porque nadie puede asegurarnos mejor esas cosas que nosotras mismas.
Trabajar a Saturno
Por ejemplo, trabajar a Saturno nos puede ayudar, en el sentido de que el universo lunar nos lleva a percibir el mundo a través de la subjetividad, la impresión emocional o incluso la apetencia. Saturno es el planeta de la madurez, la objetividad, la asunción de los hechos, y de lo que nos muestran.
Responsabilizarnos de nuestra propia vida es algo saturnino. También es algo saturnino poner límites a la emoción para realizar lo que creemos que debe ser hecho. Para responder de forma madura a lo evidente, sin negar lo que nos asusta. Haciéndonos cargo.
Trabajar al Sol
Por otro lado, trabajar al Sol también ayuda. Porque el Sol nos invita a desarrollar nuestro propio carácter, a crear nuestras propias experiencias, más allá del lugar que nos da nuestro entorno. El Sol representa el camino de individuación, por el que llegamos a ser, disfrutando de nuestro tiempo de vida creativamente, y encontrando aquello que nos hace sentir vivas, alegres, confiadas en nuestra propia capacidad de involucrarnos en la vida.
Trabajar los temas de nuestro signo solar, o incluso de los planetas a los que hace contacto el Sol, nos puede ayudar a salir del caparazón poco a poco, y a recuperar nuestro sentido de identidad, más allá de quién seamos en ese clan que representa la Luna.
Trabajar al Ascendente
Y por último, es particularmente interesante trabajar al Ascendente. El Ascendente habla de nuestra capacidad para abrirnos camino en la vida, de forma afirmativa, decidida, activa. Si sentimos que hemos tenido demasiado de Luna, tal vez tomar decisiones, actuar, o desencadenar algo para introducir cosas nuevas en nuestro panorama resulte de ayuda.
A menudo, si estamos sumidas en nuestro arquetipo lunar, podemos tener miedo a actuar o a ir más allá de lo que conocemos, porque se siente como una amenaza al statu quo. El signo del Ascendente nos da pistas valiosas acerca de qué asuntos o actitudes pueden ayudarnos a salir de nuestras inercias lunares, precisamente rompiendo el equilibrio para catapultarnos a nuevos procesos.
¿Y trabajar a nuestra Luna?
Es curioso cómo muchas veces las personas que han dado mucho protagonismo a su Luna a la hora de plantear su estilo de vida me preguntan precisamente cómo sostener o desarrollar aún más a la Luna de su carta.
Cambiar de dinámica, o poner el foco en prioridades distintas, no es fácil. Pero si no lo hacemos por nosotras mismas, algún tránsito nos pondrá en la situación de desarrollar otras partes de nuestra vida en algún momento.
A veces, para trabajar a nuestra Luna, tenemos que trabajar todo lo demás.
Cuando nos permitimos vivir todas las dimensiones de nuestra vida, la Luna trabaja con los demás arquetipos, y nos hace respodner emocionalmente ante la vida con más fluidez, con más bienestar. Porque ya no tenemos miedo a mirar hacia otros horizontes.
Espero que esto os haya resultado de ayuda si os encontráis en algo semejante en algún momento de vuestra vida.
Un abrazo grande, chichis!!!
Me ha servido mucho leer esto, nunca me lo había cuestionado antes, pero mi Luna en Aries si que sabe hacerse sentir por encima de los demás
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